El filósofo Ludwig Feuerbach estaba en lo cierto cuando en 1850 escribió la famosa frase de “somos lo que comemos”.
La alimentación supone el eje central de nuestra salud, bienestar, y, aunque casi nunca lo tengamos en cuenta, de nuestra productividad. Numerosos estudios e investigaciones lo afirman: una buena dieta aumenta nuestro rendimiento en el trabajo.
Esto tiene una fácil explicación. Nuestro cuerpo se encarga de transformar los hidratos de carbono en glucosa, la cual constituye la principal fuente de energía de nuestro organismo y cerebro. Esta asegura el buen funcionamiento de las células de nuestro cuerpo y mantiene todas nuestras funciones vitales, entre otros. Así pues, es bastante difícil llegar a concentrarse teniendo el estómago vacío.
Por otro lado, una alimentación monótona, repetitiva o en la que faltan alimentos también puede propiciar la aparición de fatiga y cansancio físico. Por este motivo, durante los últimos años cada vez son más personas las que se deciden a empezar una dieta energética. Se trata de un tipo de alimentación que prioriza la ingesta de alimentos que son mejores para nuestra condición física y ritmo de vida diario, es decir, que ayudan a mantenernos frescos, motivados y enérgicos durante nuestro día a día.
A continuación te proponemos algunas claves para que consigas que tu dieta sea rica, variada y con un alto valor energético para potenciar al máximo tu productividad:
Como puedes ver, productividad y alimentación están más relacionadas de lo que parece. Si añades alimentos energéticos en tu dieta, en poco tiempo podrás comprobar cómo das lo mejor de ti mism@ en el trabajo. ¿A qué esperas?
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